martes, 1 de mayo de 2012

¿Por qué celebramos el 1 de Mayo?

El 14 de Septiembre de 1889 los partidos socialistas de varios paises fundaron en París la Segunda Internacional, que renovaba los intentos de coordinar las políticas del movimiento obrero llevados a cabo, de 1864 a 1874, por la Primera Internacional. Fue en esa segunda reunión que se adoptó el primer día de mayo como la jornada internacional de lucha de los trabajadores.

"El Cuarto Estado", pintado por G.Peliza hacia 1901.

Lo que quizá muchos no saben es que esta fecha del 1 de Mayo recuerda ciertos sucesos que tuvieron lugar en Chicago el año 1886, cuando -en respuesta a la demanda obrera de reducir la jornada laboral a ocho horas- se produjo una dura represión policial. Para el que pueda estar interesado, voy a intentar un breve resumen.

En 1884, cuatro años más tarde de que se conformara la federación de organizaciones de sindicatos y trade unions (Federation of Organized Trades and Labor Unions), ésta aprobó una resolución para establecer las ocho horas de trabajo por medio de una Huelga General en todo EE.UU, la cual habría de celebrarse a principios de mayo de 1886. La iniciativa despertó un apoyo generalizado, ya que para aquella época el horario de trabajo obligatorio era de 10, 12 o 14 horas diarias normalmente (de lo que no estaban excluidos niños y mujeres a quienes se les pagaban salarios inferiores).

Así pues, en la fecha prevista del Primero de Mayo de 1886, la paralización de los lugares de trabajo se generalizó; en Chicago, que era el baluarte de la huelga, 30.000 obreros hicieron paro. La protesta creció durante los sucesivos días 2 y 3; algunos medios de la época calificaron el apoyo de la huelga como "alarmante", puesto que en todo el país llegaron a contarse unos 340.000 en paro.


Pasquín con la convocatoria de reunión en Haymarket.

Llegado el 4 de mayo, todo Chicago estaba completamente paralizado y los disturbios no dejaban de sucederse. Ese día, Haymarket era una de las plazas donde estaban teniendo lugar las reuniones de protesta. Allí se contaban unos 3000 participantes que, sin embargo, al comenzar a llover, tuvieron que disolverse. Así las cosas, cuando quedaban unos 200 asistentes, un destacamento de 180 policías fuertemente armados, se presentó bajo el mando un oficial que ordenó la dispersión de los pocos resistentes, los cuales no dudaron en responder que era un mitin legal y pacífico. Súbitamente, cuando el capitán de policía se volvió para dar nuevas órdenes a sus hombres, una bomba estalló entre sus filas. A partir de ese momento, la policía transformó a Haymarket en una zona de fuego indiscriminado, descargando salva tras salva contra la multitud, matando a muchos e hiriendo a varios centenares. Siete agentes murieron y las cárceles de Chicago se llenaron de miles de  huelguistas.


La bomba en Haymarket.

Acusados como directos responsables de la explosión de Haymarket, la policía detuvo a ocho anarquistas: August Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Adolf Fischer, George Engel, Louis Lingg y Oscar Neebe. Todos ellos miembros de la IWPA (Asociación Internacional del Pueblo Trabajador).

Todo apunta a que el juicio a que fueron sometidos los detenidos estuvo desde un principio manipulado. Se les acusaba por complicidad de asesinato, pero nunca se pudo probar su participación o relación con el incidente de la bomba, puesto que la mayoría no estuvo presente en la zona, y uno de los dos que sí estuvieron allí era el orador en el momento que esa fue lanzada. Finalmente, el jurado emitió un dictamen de culpabilidad; siete fueron sentenciados a muerte y uno a 15 años de prisión.

Los siete condenados a muerte.

[Nota: Posteriormente se ha especulado sobre la posibilidad de que la bomba fuera fabricada por uno de los acusados, Louis Lingg, mientras que un tal Rudolf Schnaubelt habría sido el responsable de hacerla explotar. Con todo, la interrogante sobre quién arrojó la bomba ha quedado sin resolver.]

La ejecución.

Al aproximarse el día de la ejecución, cambiaron la sentencia de dos de los condenados a cadena perpetua, de modo que el 11 de noviembre de 1887 los carceleros condujeron al patíbulo a cuatro sentenciados a muerte (Spies, Engel, Parsons y Fischer - el quinto, Louis Lingg se suicidó en su celda-). Según cuentan las crónicas, todos ellos emprendieron el camino entonando La Marsellesa Anarquista. Éstas mismas fuentes apuntan también que Parson gritó "Que se oiga la voz del pueblo", y que Spies dijo mientras le cubrían la cabeza con la capucha "¡Tiempo llegará en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis!".

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