domingo, 22 de noviembre de 2015

Denominación de Origen: 'Vitoria-Gasteiz'

Por sorprendente que pueda resultar hoy día, al parecer, hasta principios del siglo XV, Vitoria y sus alrededores fueron tierra de viñedos. 

Diversas fuentes lo confirman, por ejemplo, las ordenanzas de 1423. Fray Juan de Victoria -que las leyó- nos dice que "de ellas consta [de las ordenanzas] estar la tierra de Vitoria llena de viñas y haber bodegas."


Ese cultivo vitivinícola se producía incluso dentro de la villa. Sabemos de hecho que buena parte de las viñas y parrales se concentraban en lo alto de la colina de Gasteiz (no tanto en la zona de la cima, como alrededor del primitivo recinto amurallado -junto  a las actuales calles de Correría y Cuchillería-). 

Es difícil de evaluar la importancia de esta producción, pero no debería subestimarse. En principio está sólo era para autoconsumo de los vecinos de la ciudad, por ello no estaba sujeta a impuestos, pero era precisamente esta exención la que estimulaba a muchos vitorianos a producir una mayor cantidad que poder vender fuera.

¿Será casualidad la pervivencia de algunos topónimos en el Casco Medieval?

Las siguientes palabras del historiador S. Ruíz de Liozaga pueden ayudarnos a entender cómo era posible que en Vitoria pudiera practicarse de un modo productivo la viticultura: 

"En todos los tiempos los viticultores han buscado siempre el dar prestigio a los propios vinos poniendo de relieve las favorables condiciones ambientales en las que se efectuaba su producción, como si el buen vino fuese un don de la naturaleza, el fruto espontáneo de un terreno predestinado y dotado por el creador de virtudes particulares. 

Nada más errado: basta pensar que existen regiones que virtualmente podrían producir óptimos vinos y, en cambio, carecen de viñedo o producen vinos mediocres; mientras otras regiones, donde el clima es casi prohibitivo, después de siglos y siglos de paciente trabajo y amorosa selectividad producen vinos de excelente calidad (...)

La viña conserva una especie de nobleza que no le viene tanto de los lugares en que se asienta, aunque son importantes, cuanto de todo aquello que (por si mismo) el hombre le confía. Es el hombre y no la naturaleza el creador del viñedo y del vino".

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